La primera vez que visitamos las tierras de nuestra vecina Marruecos fue hace más de 15 años. Hoy podemos contar hasta diez veces las ocasiones que han puesto nuestras botas en este país tan mágico. Lo hemos visto cambiar, evolucionar. Hemos recorrido sus carreteras en bicicleta o en 4×4 y año tras año han pasado de la tierra hostil al cálido asfalto. En cambio sus ciudades, las grandes ciudades de Marruecos, como Marrakech, siguen siendo igual de vivas, más llenas de hoteles y souvenirs eso si, pero con el encanto de un lugar sacado de otros tiempos. Hemos vivido nuestras propias míticas historias, quizá por el privilegio de tener tan cerca este país y por compartir la frontera con mayor contraste entre dos países del mundo.
Sin entrar en el debate de las desigualdades, Marruecos nos apasiona por mil y una cosas, pero cuando se empieza a explorar un país como este lo mejor es empezar por sus pueblos y por su gente. De este país hemos extraído nuestras míticas historias, historias de recuerdos, de buenos y malos momentos, por que más de 10 visitas dan para una breve aventura.
Míticas historias en Marruecos
Podemos decir que algunos de estos lugares están categorizadas como los más bellos de Marruecos, en cambio otros apenas se mencionan en las guías, pero para nosotros tienen algo especial, curioso y rocambolesco. No todos los buenos viajes se basan en las guías de viajes, si no en las experiencias, en los momentos y sobre todo en la gente. Hablamos de sucesos, donde ocurren cosas buenas y malas, y que guardamos en la memoria. ¿Será por algo?.
Una boda en Imilchil
Imilchil no es una ciudad bonita y tampoco tiene nada especial. Lo que destaca de ella son las bodas que se celebran antes de llegar el invierno, que movilizan a casi todo el pueblo, y los paisajes de montaña que escoltan sus modestas viviendas. Cuando recorrimos Marruecos en bicicleta tuvimos la suerte de vivir una boda, de noche, con todo el bullicio, con toda esa alegría que desprende los pueblos del atlas marroquí.
Casi nos matamos en un barranco
Si, Midelt, ¿pero donde cae esto?. ¿Que se puede ver aquí?. Está situada al este de Marruecos y hay poco o nada que ver. La conocimos por casualidad, por un accidente que tuvimos en el Circo de Jafar, donde casi acabamos con el coche en un precipicio de más de 50 metros. Perdimos un día y ganamos seguir vivos. Tuvimos que atar el coche, literal, al estar dos ruedas «volando» sobre el cañón y con los bajos apoyados en el suelo. Aún me tiemblan las piernas al pensar que tuvimos que salir ambos por la ventanilla del conductor. Si se te ocurría abrir la puerta el coche se movía. Un leve movimiento y adios Mitsubishi. Seguramente el apaño de atar el coche con una cuerda, ¡qué cosas!, hizo que no desapareciera por aquel barranco. Por suerte, unos franceses muy apañados estaban haciendo la misma ruta kilómetros atrás y nos llevaron a Midelt a pedir ayuda, lejos, pero con un taller y con gente capaz de ayudarnos. Si, conseguimos sacar el coche, pero nos robaron 200$ aquella noche por dejar las mochilas en el taller. Cosas del destino, al final después de todo nos reímos, al final el coche no cayó y seguimos adelante nuestro camino.
Aventura en 4×4 en Merzouga
Después del desastre de Midelt apareció la suerte. Casi perdimos el coche aquella vez y por ese accidente perdimos un día, suficiente para conocer a un aventurero valenciano y a su ligue a los que acompañamos durante varias días por los caminos que había transcurrido el Paris Dakar ese año. Empezamos en Merzouga, donde ya se divisaba un turismo que estaba por venir y como dice el refrán, no hay mal que por bien no venga, Midelt nos dio la oportunidad de hacer esta pequeña aventura. Dunas, 4×4 por sitios inhóspitos, tormentas de arena y pozos salidos de la nada en medio del desierto. No pasa nada por perder un día, ¿no te parece?.
Una ciudad que nos marcó, Meknés
A diferencia de su vecina Fez, siempre ha atraído menos público. Tiene su propio barrio de curtidores, más sencillo que el de Fez, pero menos afectado por el turismo. Todo es más sencillo y el zoco no impresiona tanto. Lo cierto es que aún se percibe ese magnetismo de las ciudades antiguas que no han sido tocadas por el paso del tiempo. Aún recuerdo aquel hombre que se ofreció a guiarnos por el zoco, con apenas dos dientes, todo un personaje. Era 2002 y no había turismo. A mi compañera de aventuras le tocaban el culo cuando los callejones se estrechaban y la gente nos miraba extrañados. Esta ciudad para nosotros guarda una cosa, la vimos antes que Fez, la recordamos más que Fez.
La ciudad de las estrellas y nuestro primer Hamman, Zagora
Para muchos es fin de trayecto a los oasis del sur, para otros tiene una de las mejores noches estrelladas de todo Marruecos. Actualmente en Zagora existen fabulosos hoteles y baños árabes, Hamman, que hacen delicias a tu cuerpo. Fue la primera vez que catamos uno, muchos no repiten, pero fue la primera vez que sentí como una señora pasaba el «Scotch Brite» por mi cuerpo como si una sartén se tratara. ¡No comment!.
Juego de niños en Errachidia
Del primer viaje Marruecos nos llevamos un buen recuerdo a Madrid. Un coche destrozado y dos ruedas reventadas. ¿Y cómo nos sucedió esto?. Si viajas de noche puedes tener situaciones desagradables. Unos niños jugando dejaron dos grandes piedras en un cambio de rasante para que los coches pararan y así les dieran algo. ¿Que les dimos nosotros?. Un coche que se llevó por delante esas dos enormes piedras. Pues sí, reventamos dos ruedas y casi nos liamos con el gato y con lo primero que pillamos con la gente, ya que al salir del coche nos rodeó un innumerable grupo de gente gritando y diciendo cosas en árabe. Sensación de impotencia, de odio, de cabreo y además pensábamos que nos querían robar. Eso es lo primero que te viene a la cabeza, seguramente por la situación de estrés, pero al salir del coche además de salir aturdidos vimos como el hombre mayor del pueblo salía en nuestra ayuda buscando a un policía que estaba, por suerte, en un control a 2km del siniestro. Por suerte hablaba español, es lo bueno de tener una nueva en Ceuta, y cambio de una botella de Vodka nuestros problemas se solucionaron. Al final cosas de niños, cosas que nos podían haber costado la vida.
El mejor cuscús del mundo está en Casablanca
Casablanca es un recuerdo entrañable. Un mundo global hace que conozcas gente y culturas. En este caso, por medio de un gran amigo Marroquí que vive en Madrid tuvimos la suerte de conocer a su familia en Casablanca, al oeste del país. Podemos decir que lo mejor de la ciudad es su mezquita, pero para nosotros lo más impresionante fue el cuscús que nos preparó Fátima. Sencillamente impresionante. Para que os hagáis una idea, salimos rodando de su casa.
Recordad, vivir experiencias en las casas donde vive la gente transmite cosas muy diferentes de lo que te llevas de los hoteles o de las zonas turísticas. Se sociable, es la única forma de vivir de verdad el mejor viaje.
La cima del Toubkal
Cuando llegamos a la cima del Toubkal, la montaña más alta de Marruecos, no nos esperábamos encontrar lo que llegamos a ver allí. Además de tener unas estupenda vistas nos encontramos dos individuos, por llamarles algo, con unas Crocs como zapatillas. Desconozco como subieron, pero lo que si tenemos muy claro es que en la bajada lo pasaron pero que muy mal. Ademas de casi congelarse, cuando había nieve bajaban con el culo, ya que con sus sofisticadas zapatillas siempre resbalaban. Nosotros llegamos al refugio y la verdad, nunca supimos a que hora llegaron. Nosotros siempre decimos una cosa, la montaña está llena de héroes y de imprudentes, pero por desgracia lo segundo comienza a no ser tan inusual.