Grandes extensiones de agua, islas paradisiacas, poblados indígenas y la belleza más oculta del atlántico nicaragüense se dan en está zona poco frecuentada por los turistas, no sé si por tener que compartir una panga o barca para poder llegar, o porqué enfrente de sus costas está la pequeña joya de éste país, Little Corn island.
La Laguna de las Perlas
Cuando llegas a un lugar como este se hace extraño comprobar que el español no es la lengua más hablada, si no el miskito o el creole. Este último tiene su origen en la necesidad de poder comunicarse entre europeos y nativos del lugar, muchas veces para hacer intercambio o comerciar, aunque para poder comunicarse con los que venimos de fuera del país el español sigue siendo la lengua preferida.
El este de Nicaragua predomina la gente de color, proveniente del intercambio de esclavos o de sus islas, y donde las carreteras a penas existen por la cantidad de ríos y manglares que lo habitan. La gente que vive en la costa se mueve en lancha o panga principalmente y su medio de vida en muchos casos se basa en la pesca, posiblemente el principal medio de subsistencia. A día de hoy el turismo, salvo en Corn y Little Corn Island, solo es una pequeña parte de su economía, pero como todo, el progreso va gestando poco a poco proyectos de grandes cadenas hoteleras que harán su aparición en los próximos años.
Partimos desde Managua hasta el Rama en un autobús de alguna antigua línea norteamericana. El autobús aún mantenía esos letreros «retro» en inglés de los años 60 o 70 y que te hacen pensar cuantas historias de aquí y allí habrá visto este autobús. Durante el trayecto pudimos escuchar la conversación del conductor, un pieza del lugar, que decía que era un buen negocio pactar con algún amigo para que parase en medio de la nada y de esta panera pudise robar a los turistas. El personaje en cuestión ídolo del Real Madrid por las pegatinas que llevaba en la ventanilla, no debió darse cuenta que hablamos la lengua de la madre patria, que aunque no dijimos nada estuvimos alerta todo el camino.
Después de 5 o 6 horas, ya de madrugada, llegamos a El Rama, donde nada más bajar del autobús tuvimos que hacer cola para comprar los tickets del ferry para Bluefields, puerto principal del este Nicaragüense. Dormidos y con paciencia compramos los billetes y esperamos en una sala de espera con una pequeña televisión para amenizar el momento, aunque lo único que me rondaba por la cabeza era poder atrapar una buena cama.
Nada más amanecer tomamos el barco hacia Bluefields donde en medio del trayecto pudimos ver que se había hundido otro barco de la misma línea la semana pasada, ya estamos con sustos y buenas vistas, no se como lo hacemos, pero siempre algo raro vemos. Una vez en Bluefields, una ciudad con el encanto muy justito, tomamos otro barco y tiro por que me toca, hacia la Laguna de las perlas.
Tardamos como hora y media, tiempo suficiente para modelar ciertas partes nuestro cuerpo ya que llegamos con el culo cuadrado, que asientos más majos los de las pangas, y que alegría al ver el puerto, bueno puertecillo, cuando llegamos a nuestro destino. Allí casualmente nos encontramos con uno de los propietarios de los pocos hoteles de la zona, Fred Ulrich, que nos acompañó a su hotel, un confortable lugar con una bonita cabaña sobre la laguna. Asombrosamente en agosto éramos los únicos clientes del hotel, así que nos trataron como reyes. No hubo noche sin toñas, la cerveza típica de Nicaragua.
Desgraciadamente la Laguna de las perlas en aquellas fechas, agosto de 2011, había sufrido por algún vertido tóxico contaminación suficiente para que su increíble color azul se transformara en un pequeño mar sucio cubierto de peces muertos.
Con esto y partiendo que bañarse o hacer determinadas actividades acuáticas estaban totalmente desaconsejadas, nadar con el pez de los tres ojos de los Simpson no es lo nuestro, decidmos ir a visitar los pueblos Miskitos de alrededor.
Al día siguiente tomamos una panga hacía el norte, donde están los principales pueblos Miskitos. Curiosamente al subir a la panga nos encontramos unos chalecos salvavidas y unos chubasqueros patrocinados por “La isla de los famosos”, el programa del canal más orripilante de España, Telecinco, con esa programación tan culta y capaz de robar neuronas. Parece ser que un año antes se rodó en varios de los cayos el popular programa de televisión.
Nos llamo la atención no tener contacto con ningún turista durante los tres días que anduvimos en la laguna, quizá por su relativo aislamiento o por el problema de los peces, pero al llegar a los pueblos Miskitos tuvimos la suerte de ver una cultura y una forma de vivir ajena del turismo, muy distinta a la que se vive en otros lugares de Nicaragua y quizá más cercana a otros países o islas del Caribe. Visitar estos pueblos es un actividad totalmente aconsejable.
Una vez disfrutado de los pueblos Miskitos y de no probar un pez en tres días decidimos ir a Little Corn Island, un lugar perfecto para bucear entre tiburones martillo, pero esto es otro viaje y es otra historia. Javier Blanquer.
Datos prácticos
¿Cuando ir?
Si el vertido tóxico sigue en la laguna las opciones o actividades para realizar en ella disminuyen drásticamente, así que toca asegurarse de su estado. Si las cosas pintan bien, en la laguna puedes hacer desde kayak, visitar los cayos, los pueblos Miskitos y por supuesto darse un buen baño.
¿Cómo llegar?
Hay dos maneras para poder llegar a La Laguna de las Perlas. La primera y la más económica es tomar un autobús desde Managua hasta El Rama y luego un ferry hasta en Bluefields. Una vez en Bluefields tomar otro barco hasta la Laguna de las perlas. La segunda opción es coger un avión hasta Bluefields y luego un barco hasta la laguna, pero esta opción es un poco más cara pero mucho más cómoda. La verdad, es la mejor opción.
¿Que llevar?
A parte de un buen cojín para la panga, lo que lleves en la mochila más un bañador.
¿Donde dormir?
En Casa Ulrich, un hotel donde nos trataron fenomenal.