No muy lejos de Aranda del Duero, Burgos, y junto al pintoresco pueblo de Montejo de la Vega está el poco frecuentado parque natural de las Hoces del Riaza, un espacio de cuento donde destaca el buitre leonado, el alimoche, el halcón pelegrino o el búho real, un auténtico refugio natural dentro de un lugar privilegiado. Los que conocen este lugar y que disfrutan de su aislamiento dicen que la cercanía de las famosas Hoces del Río Duratón, más cerca de Madrid, hacen que se puedan disfrutar mucho más al recibir menos visitas y vivir tu pequeña aventura entre estos cortados tan llenos de vida.
La ruta en las Hoces del Riaza
Detalle de la ruta
- Coordenadas: 41° 32′ 58″ N, 3° 38′ 34″ O
- Dificultad: Media (por el largo recorrido)
- Distancia: 21,8 km
- Duración aproximada: 5h
- Ascenso total : 1030 m
- Descenso total : 1023 m
- Altitud máxima: 960 m
La ruta comienza en el parking de la entrada del parque situado a las afueras de Montejo de la Vega. El camino no tiene pérdida, ya que se toma el único camino de tierra que va hacia los cortados en sentido contrario del río, hasta llegar a la valla donde limita la entrada de vehículos al parque.
En las Hoces del Riaza destacan las diferentes formaciones geológicas que rodean la vega del río, donde el paisaje es abierto, con apenas árboles, al comienzo de la travesía, para llegar un final encañonado por un bosque de encinas.
La ruta es muy sencilla, ya que es bastante plano, salvo por un pequeño cortado al que hay que subir para acceder a la otra parte del río y por la longitud de la ruta, cerca de 22 km.
Durante los primeros 3km el sendero es por un carretera de tierra en la que ocasionalmente circula algún tractor de la zona, ya que da acceso a multitud de huertos junto al río. Pasado este tramo aparece una caseta donde hay una señal que indica la subida al cortado, la única pendiente que vamos a cubrir en la ruta, eso si, al no ser una ruta circular habrá que volver por el mismo camino y por tanto la cubriremos de bajada a la vuelta.
La subida es pronunciada durante un corto tramo a través de un sendero estrecho, dejando siempre a la izquierda la vega del río. A partir de este momento es cuando damos paso a las aves y a la fauna de las Hoces del Riaza, ya que se empezaran a divisar innumerables buitres leonados y algún que otro halcón.
Desde el alto de la cima es posible ver la meseta castellana junto a un hilo verde, el Riaza, creando un paisaje extraño pero a la vez colorido, casi como un cuadro de Van Gogh. A parte, aparecen pequeños senderos cortados, quizá porque en invierno a veces están nevados, de «cierta» peligrosidad y que están prohibidos al paso.
Antes de bajar del cortado es cuando aparecen las mejores vistas de la ruta y posiblemente la postal de las Hoces del Riaza. Las encinas, los cortados, los buitres y lo estrecho que comienza a ser el cañón forman la estampa más conocida y más bella del parque natural.
Dejando atrás ésta panorámica ya se divisa a lo lejos el convento o iglesia de San Martín del Causar, ya en ruinas, pero con una interesante historia. Entre sabinas y encinas su mal estado se debe a los ataques durante la Guerra de la Independencia a manos de las tropas francesas, debido a que el guerrillero El Empecinado se escondía presumiblemente en el convento.
Pasada la iglesia comienza un largo camino a la sombra de un bosque de encinas y bajo la atenta mirada de decenas de buitres leonados. A la izquierda es posible ver el río Riaza lleno de patos en verano y a veces algún jabalí retomando fuerzas bebiendo agua.
En este tramo se atraviesa alguna que otra finca privada y un hermoso viaducto hoy en día en desuso.
2 km después aproximadamente se llega al Embalse de Linares junto a unas casas semi abandonadas. Es una pena no poder subir al alto de la presa y contemplar este pequeño mar entre cañones, pero las escaleras de subida a la presa están prohibidas al público en general. Este lugar es un buen punto para descansar, tomar fuerzas y volver por el mismo camino hasta llegar al parking.
Os dejamos un folleto de la zona por si necesitáis más información.