El Lanchamala es sin duda el mejor mirador de Navaluenga. Esta montaña para muchos desconocida, se alza a 2000 metros de altura en la Sierra de Gredos. Situada entre las localidades de Navaluenga y Piedralaves, supone una de las mejores rutas de senderismo de la zona. Su dureza incontestable con algún que otro camino difícil de seguir, hace que no sea muy transitada y la posicione en un marco ideal si buscamos disfrutar de la naturaleza sin agobios de terceras personas.
Ascensión al Lanchamala desde Navaluenga
Todo sobre este viaje
Navaluenga es una conocida localidad del valle del Alberche. Cada fin de semana duplica su población, especialmente de personas provenientes de la capital que hacen de este pueblo su segunda casa. Y no es para menos, Navaluenga se encuentra en un lugar privilegiado a los pies de la Sierra de Gredos y el río Alberche, donde los veranos muchas personas vienen a bañarse bajo la eterna mirada del puente viejo.

Pues es precisamente desde este puente donde comenzaremos la ruta hacia el Lanchamala. Estaremos alrededor de 800 metros de altura, muy bajos comparados con nuestro destino, lo que indica que la ruta no será precisamente suave sino todo lo contrario. Me esperan mas de 1000 metros de desnivel, 1400m para ser exactos en mas o menos 20 kilómetros.
Detalle de la ruta
- Dificultad: media
- Tipo: circular
- Distancia: 20km
- Duración aproximada: Total entre 7 y 8h.
- Ascenso total: 1397m
- Descenso total: 1397m
- Altitud máxima: 2002m

Resumen de la ruta
Son las 8 de la mañana de un mes de Octubre un tanto frío. Hace 3 grados y prácticamente no hay nadie en la calle. Desde el puente tomamos el camino a Piedralaves, tomando una calle marcada por unas marcas amarillas y blancas. Su inicio es todo lo que no buscamos en una ruta, caminar por asfalto. No obstante este impedimento rápidamente desaparecerá hasta dar finalmente con un camino de tierra estrecho y que se introduce en el monte.

Tras este sendero damos con una pista de tierra donde circulan los vehículos de varias finas cercanas y que tomamos hacia nuestra derecha hasta llegar a un cruce donde indicaba se indican dos sentidos diferentes. Marcan la ruta circular de la posada del Horco. Para mi ambas opciones eran buenas pero finalmente decidí tirar hacia la Garganta de Muñogrande.

Seguíamos sin encontrarnos a nadie, pero la verdad es que me encontraba solo. Nadie me acompañaba en este día frío y soleado. La montaña es de esas cosas que si te empeñas en ir, lo vas a hacer solo o acompañado, aunque tu mente te indique que no es la mejor idea.

El camino lo estaba disfrutando como ningún otro día. La temperatura era francamente buena y los colores del paisaje otoñal alegraban mas aún la mañana.
Seguía buscando las señales amarillas y blancas del inicio de la ruta y de momento nada se complicaba, todo parecía sencillo aunque luego las cosas cambiarían.

En muchas ocasiones las hojas cubrían por completo el camino, a veces de robles, helechos y otras veces de castaños, siendo estos últimos mas escasos.

Una vez dejada la Garganta de Muñogrande y acercándome a la Garganta del Horno, comencé a ver antiguas edificaciones que vivieron tiempos mejores y que a día de hoy apenas sirven de refugio sin techo.

Esto me llevó hasta una pared donde terminaba en un puente de madera que cruzaba el río y desde donde se escuchaba el estruendo de unas cascadas que hay unos cientos de metros mas abajo.

Continué el camino algún kilómetro mas hasta que llegué a una bifurcación. Un camino se dirigía hacia la posada del horco y otro al puerto de Piedralaves. Tiré por este último ya que viene bien si vamos en dirección al Lanchamala. No obstante desde aquí las cosas cambian bastante. Los hitos son fáciles de seguir al principio pero mas adelante, una vez que se meten en los odioso piornos, se pierde con grandísima facilidad. Un GPS es recomendado.

La parte de los Piornos, bastante empinada por cierto, se cruza en 1h aproximadamente y lo ideal es ir tirando hacia nuestra derecha levemente hasta llegar a la cima de la montaña y evitando acercarnos al puerto de Piedralaves con la ventaja de acercarnos lo mas posible al Lanchamala. Este quedaba aún bastante lejos.

Llevo un buen rato cresteando y subiendo un pico tras otro. El Lanchamala parece no llegar nunca. Lo peor de todo es que no se logra ver en ningún momento. Todas las montañas aledañas son lo suficientemente altas como para taparlo. La soledad es tal que hoy no he visto ni una de las muchas cabras que viven en la zona. ¿Será por los tiros de cazadores que se escuchan por la zona?

Hasta que por fin, a lo lejos veo un punto geodésico que se va acercando mas y mas a medida que avanzo. El premio final lo tengo al alcance de la mano y os aseguro que no lo dejaré escapar.
Una vez conquistada la cima, en la soledad como en toda la ruta, decido parar 15 minutos y contemplar el paisaje. Me como un par de piezas de fruta y decido no volver por el camino que había recorrido. Mi idea es hacer una ruta circular a pesar de que no hay camino marcado para ello.

Avanzo hasta el siguiente pico, una montaña que curiosamente mide algún metro mas que el Lanchamala y a la que no se la presta mucha importancia. Desde allí giro mi cabeza en dirección a Navaluenga y comienzo a bajar la montaña por una cresta muy rocosa, sin hitos para guiarme y para mas inri, observado por una pareja de buitres.

La bajada comienza a ser eterna. No se consigue ver ningún camino fácil de tomar y no queda mas remedio que caminar por donde uno mejor pueda. Primero se pasan grandes bloques de piedra que en ocasiones te hace usar las manos. Pero esto es la parte interesante… mas adelante vuelven nuestros amigos los piornos justo cuando comenzamos a divisar un río. Un río que acabará juntándose con la civilización y por supuesto por un camino transitable.

Por fin llegue a una pista de tierra donde me esperaban unas curiosas vacas. Desde aquí todavía me quedaban 4 kilómetros hasta Navaluenga, algo que no me importó dado que el sufrimiento del camino anterior había terminado. Aun así, quitando los piornos de mi cabeza, la ruta me había encantado.
Datos prácticos
¿Cuando ir?
Personalmente solo evitaría esta ruta en los calurosos días de Verano. El Otoño es sin duda la mejor época gracias a los colores de esta estación. El invierno y primavera pueden ser buenas opciones, encontrándonos nieve en la cumbre en contadas ocasiones.
¿Me puedo llevar a niños?
No lo recomiendo dada la longitud y desnivel de la ruta la cual pasa por caminos no señalizados.
¿Dónde dormir?
Navaluenga posee una amplia red de casas rurales y hoteles para todos los gustos. No solo aquí si no en muchos pueblos de los alrededores. Algunas opciones son las siguientes:
- El Hotelito : espacioso hotel con piscina.
- El molino de Gredos : apartamento rural cerca del puente viejo.
- Casa Cucu : casa rural con barcacoa.